viernes, 23 de agosto de 2013

                                                                                                                                                                     
William  escucho aquel disparo que daba señal de partida, pensó por un momento todas las carreras que había ganado, las medallas, los aplausos y también esas dolorosas caídas y lesiones, después de pensar vio hacia delante comenzando a correr  con aquel caballo que su padre fallecido le había regalado a la edad de 9 años, recordaba aquel momento en que vio ese pequeño y amistoso animal.  Nuevamente había ganado la carrera, se bajó del caballo caminando junto a él y rechazo aquellos premios que había ganado estaba cansado,  sin pensar más huyo, huyo al campo donde no habrían más carreras, donde no tendría que fingir esa sonrisa cada vez que ganaba. Al llegar soltó a su caballo viéndolo correr libre, el solo lo vio correr sentado en aquella mecedora. Estaba cansado enfermo. Tenía  cáncer él no le había contado a nadie ya que no quería preocupar a sus familiares, todos los días en la mañana William se sentaba en aquella mecedora a observar a su caballo correr  hasta que una mañana no se levantó a observar a su caballo desde su mecedora sino desde su tumba mientras el caballo no corría él estaba a su lado como siempre, todas las tardes aquel caballo que William había bautizado como Kara que significaba Fuerza y Espíritu iba a llorar en la tumba de su dueño que tanto quería. 

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